Uno de los principales motivos de frustración para los padres es no saber qué hacer cuando sus hijos pelean constantemente. Todos hemos escuchado frases como “no paran de pelearse, están todo el día igual”, “cuando no es por un juguete, es por la consola, por la comida o por darle al botón del ascensor” o “no saben estar juntos, ni separados”.
Ante una pelea o un conflicto entre hermanos, los padres nos preguntamos ¿es bueno que intervenga o es mejor dejarles resolver solos sus conflictos? Y, si intervenimos, ¿cómo lo hacemos?
Lo primero es distinguir si la pelea entre ellos es algo habitual o se trata de un hecho puntual. Si un día se pelean, pero no lo hacen habitualmente, basta con separarles, decirles que es algo que no deben hacer y no darle más importancia. En cambio, si las peleas son frecuentes, es el momento de actuar e intentar frenar las peleas entre hermanos.
Veamos unos trucos para frenar las peleas entre hermanos.
Tenemos que detener la pelea
Lo primero que hay que hacer siempre es separar a los niños si se están pegando, o hacerles callar si es una discusión verbal. Si están muy alterados, es inútil tratar de dialogar con ellos en ese momento, podemos mantenerlos separados hasta que se relajen y podamos conversar acerca de lo que ha pasado.
Intentamos mediar entre ellos
Cuando ya estén calmados, es el momento de escucharles. Cada uno tiene que explicar qué es lo que ha pasado, intentando ceñirse a los hechos y evitando frases como “yo no he hecho nada”, “ha empezado él” porque no estamos buscando un culpable. Tienen que aprender a escucharse y no interrumpir aunque no estén de acuerdo. Intentaremos cerciorarnos de que han entendido el punto de vista del otro para que aprendan a respetar sus sentimientos. Es importante que intentemos empatizar con cada uno de ellos y entender que están tristes, enfadados o frustrados. Ayudarles a expresar sus emociones es fundamental porque normaliza la situación y se sienten comprendidos. Además de empatizar con ellos, hay que intentar fomentar la empatía entre ellos, que puedan ponerse en el lugar de su hermano y entender cuáles son sus sentimientos.
Este proceso es complicado pero da mejores resultados a largo plazo que un castigo. Llegará un momento en que se hagan mayores y no podamos castigarles cuando tengan un conflicto.
Buscamos soluciones juntos
Les pediremos que nos digan qué ideas se les ocurren para solucionar el problema y escucharemos sus sugerencias aunque a veces sean disparatadas. Si los niños son muy pequeños, podemos ofrecer alternativas, dejando que sean ellos los que tomen una decisión y lleguen a un acuerdo. La mejor solución es aquella en la que ambos deben ceder en algo. Si llegamos a acordar con ellos una solución, la respetarán más que si simplemente se la imponemos.
Muchas veces las peleas surgen siempre por los mismos motivos. Nos será muy útil hablar con ellos sobre las conductas que les molestan de su hermano y establecer unas normas básicas de respeto entre ellos: llamar siempre a la puerta antes de entrar en la habitación del otro, no coger sus cosas sin pedirle permiso antes o pedirle las cosas por favor y dar las gracias. De este modo conseguiremos que las situaciones no se repitan en el tiempo.
Si somos constantes y tenemos paciencia, veremos que nuestra intervención en sus peleas será cada vez menos necesaria porque aprenderán a buscar soluciones sin nosotros.