Llega un momento en el que, como padres, debemos decidir si entre todas las actividades extraescolares que pueden desenvolver los peques de la casa encontramos tiempo para incluir el deporte en la vida de nuestros hijos.
Algunos padres dan prioridad al estudio y a la formación intelectual y es conveniente recordar que, si bien este aspecto es fundamental, para nada está reñido con la preparación física y el desarrollo de una actividad deportiva.
Se nos ocurren unas cuantas razones para optar por la vía del deporte, además de por la propia diversión.
Deporte en la vida de nuestros hijos y la salud
Debemos pensar que mantener la práctica habitual de ejercicio físico ayuda a estar bien, sirve para quemar energía y sentirse sano, además de facilitar el buen funcionamiento del cuerpo.
Además, es el arma principal de prevención contra la obesidad infantil y evitar la gordura innecesaria de nuestros chavales. Sumar la actividad física a una dieta equilibrada asegura un funcionamiento adecuado del metabolismo y un peso dentro de lo establecido.
Deporte como fuente de valores
No podemos olvidarnos de la enseñanza de aquellos valores tan propios del deporte, como la recompensa al esfuerzo, el espíritu de sacrificio, la solidaridad y el fomento del compañerismo.
El deporte es un elemento socializador
Los profesionales del deporte observamos que tener amistades aparte de las propias del ámbito escolar resulta muy beneficioso en la formación del carácter de nuestros hijos. Es enriquecedor frecuentar otros ambientes alejados de la rutina diaria.
Cultura del esfuerzo en el deporte
Además, la consecución de objetivos a corto, medio y largo plazo (batir un record, saltar más alto, ganar el siguiente partido…) y más allá de los habituales de la escuela (estudiar, aprobar, realizar tareas…), ayuda a entender que no todo es inmediato ni fácil de conseguir. Al mismo tiempo, aprenderán a actuar con moderación cuando ganan y a no hacer de las derrotas un drama.
Por todo esto, el deporte es una vía más de ocio que no tiene por qué rivalizar con el resto de actividades lúdicas propias de la edad de nuestros hijos. Siempre funciona como nexo de unión familiar, ya que el apoyo de los progenitores sirve para aumentar la autoestima, la motivación y la competitividad a la hora de afrontar una competición.
Como padre, no hay nada mejor que el sentimiento de orgullo que se genera al ver a un hijo realizar deporte junto a sus amigos, ganando o perdiendo, compitiendo y disfrutando, a la vez que aprende valores y gana en salud.