Cada vez es mayor la unión de padres y deporte, ya que la actividad física es vista como algo positivo y la participación de todos los miembros de la familia estrecha los vínculos afectivos y conlleva otros muchos beneficios. Eso sí, es recomendable tener en cuenta qué es lo que se debe hacer y qué no desde nuestro punto de vista, el de los padres.
Asociar padres y deporte, fundamental
El deporte puede ayudar a que nuestros hijos no caigan en la obesidad infantil, a que fomenten nuevas amistades, a que aprecien el valor del esfuerzo y a que aprendan lo que es el compañerismo, pero los padres debemos colaborar activamente para que la experiencia deportiva sea todo lo positiva que debe ser. Para ello es necesario que:
Haya una participación activa
A la hora de proponer cualquier actividad, como ir a correr, realizar un paseo por el campo, dar unas patadas al balón, lanzar unas canastas o dar una vuelta en bici, es fundamental que tanto el papá como la mamá se impliquen, tomen parte y fomenten la participación del niño, que lo verá como algo positivo y una oportunidad para salir de la rutina diaria.
Seamos un referente positivo
Si hablamos de deportes colectivos y, algunos de ellos, federados, los padres debemos tener en cuenta que, junto al entrenador, nuestra presencia es un referente en la etapa formativa. Cualquier tipo de comentario, en el campo o fuera de él, que tenga que ver con el propio deporte, con los compañeros, con el árbitro… será muy tenido en cuenta por nuestros hijos.
Nos involucremos…
A los niños le encanta que vayamos a las competiciones, que estemos en la grada animando, que les preguntemos qué tal les fue en los entrenamientos, que valoremos las victorias y las derrotas como algo natural y que estemos ahí en cada momento de dificultad y alegría. Todo ello influye en su autoestima y conseguirá que estrechemos vínculos al tener algo en común de tanta importancia en su día a día.
…pero sin pasarnos
Sin embargo, como ocurre en todos los aspectos de la vida, la implicación debe ser tomada en su justa medida para no caer en el agobio al deportista y en la excesiva presión por conseguir resultados. A estas alturas de la etapa formativa el deporte no puede ser un elemento central sino una vía de escape y un componente más en la vida del niño.
Todos somos entrenadores
Un error en el que solemos caer los padres es el pensar que todos somos entrenadores y que sabemos más de nuestro hijo que el formador que trabaja día a día con él, lo que a veces nos lleva a pronunciar frases tan desafortunadas como «¿porqué fulanito juega más que mi hijo si yo pago lo mismo que su padre? o «la culpa es del entrenador, que no tiene ni idea». Todo esto solo consigue provocar malestar y confusión en el menor y socialmente nos hace quedar bastante mal. Es una actitud negativa que no aporta nada.
Teniendo claras estas pautas, la unión de padres y deporte repercutirá muy positivamente en el desarrollo de nuestros hijos y posibilitará que los vínculos familiares se refuercen.