La psicomotricidad es la capacidad de coordinar grupos musculares para realizar movimientos con precisión. El desarrollo de la motricidad fina es importantísimo en las primeras etapas de la vida, ya que esta habilidad es la base de la inteligencia cognitiva, por lo que es necesario que los padres lo favorezcan implicándose directamente.
¿Cómo puedo trabajar el desarrollo la motricidad fina con mis hijos?
Como ocurre tantas otras veces, la mejor forma de hacerlo será a través del juego. Lo primero que has de tener en cuenta es la edad del niño y la fase de evolución psicomotriz en la que se encuentra para poder elegir los juegos y juguetes más adecuados.
También es importante recordar siempre que no basta con proporcionarle los juguetes, sino que debes jugar con él para enseñarle y supervisarle. Aquí tienes algunas sugerencias para el desarrollo de la motricidad fina en las distintas etapas.
Entre 2 y 8 meses
A partir de los dos meses los bebés empiezan a desarrollar la coordinación óculo-manual e intentan agarrar objetos con más o menos éxito. En este momento podemos estimular su habilidad motriz fina moviendo juguetes vistosos por su campo visual para que los sigan con la mirada, acercándoles pequeños objetos seguros (como un chupete) para que intenten cogerlos y dejándoles juguetes blandos que puedan apretar. También ahora pueden darse cuenta de que cuando agitamos un sonajero hace ruido y es muy posible que quieran probarlo.
Entre 8 y 12 meses
En esta etapa el bebé empieza a ser capaz de hacer movimientos «de pinza» con los dedos que le permiten coger objetos deliberadamente, manipularlos y llevárselos a la boca, por lo que habrá que elegir juguetes que no se pueda tragar. Las pelotas de distintos tamaños y colores son una buena opción para que el niño las manipule, lance o intente entregar con más cuidado. También a esta edad son interesantes los tradicionales teléfonos de juguete, los bloques apilables, los muñecos grandes y los juguetes para la bañera.
Entre 12 y 15 meses
Esta es una época de «refinamiento» en la que los bebés empiezan a manifestar la lateralidad corporal y perfeccionan el movimiento de pinza de los dedos, consiguiendo realizar acciones de mayor precisión, como pasar las páginas de un cuento o separar piezas unidas. Además, ya han empezado a gatear o incluso a dar sus primeros pasos y esa libertad de movimiento les ofrece nuevas posibilidades de juego. En esta etapa, tus mejores aliados serán juguetes que pueda empujar y arrastrar, libros grandes de cartón, una caja para que meta objetos y juegos de construcción sencillos.
Entre 15 meses y 3 años
En esta fase los niños van adquiriendo cada vez más destreza manual y son capaces de hacer dibujos esquemáticos (primero con pintura de dedos o en aplicaciones específicas para tablet, después con tizas en una pizarra o en papel con lápices de colores), jugar con plastilina, abrir y cerrar puertas y cajones, encajar formas y hacer puzles de pocas piezas grandes. Aquí la clave será motivarle y variar las actividades para que no se aburra.
Entre 3 y 5 años
A esta edad los niños ya han iniciado la etapa de Educación Infantil y están aprendiendo en el colegio a hacer dibujos más detallados, moldear figuras de plastilina más sofisticadas, copiar letras y recortar (primero rasgando, después con punzón y finalmente con tijeras). También ahora pueden utilizar plantillas de cosido y ensartar bolas y botones en cordones.
A partir de los 5 años
Aquí los niños ya deberían haber alcanzado un desarrollo de la motricidad fina importante y la mejor forma de que sigan practicando y afinando su habilidad es proponerles tareas que supongan un desafío a su destreza, como por ejemplo atar cordones, jugar con puzles y juegos de construcción más complicados y con más piezas, pintar con acuarelas, cambiar de ropa a los muñecos, usar juegos que requieran colocar fichas en equilibrio o hacer malabares sencillos con tres bolas.