Todos los padres que tenemos o hemos tenido niños de entre 2 y 4 años sabemos que después de «no» la palabra que más frecuentemente utilizan nuestros pequeños es «mío». Y lo hacen con total naturalidad, estén donde estén y estén con quién estén, con sus posesiones y con las ajenas. Es importante que entendamos que se trata de una etapa evolutiva más por la que los niños deben pasar, aunque eso no quiere decir que debamos dejar de enseñar a compartir a nuestros hijos.
A pesar de que en la actualidad existe cierta polémica en torno a si debemos o no forzar a nuestros hijos a compartir, es un hecho que, independientemente de las circunstancias particulares, en términos generales, es bueno que los niños sepan cómo hacerlo.
Veamos algunos pequeños trucos que pueden ayudarnos en la ardua tarea de enseñar a compartir:
Predica con el ejemplo
Tenemos que mostrarles que nosotros compartimos cosas, y verbalizarlo dirigiéndonos a ellos para que lo comprendan de forma rápida. Por ejemplo, si compartimos una manzana con nuestra pareja, diremos en voz alta “Voy a compartir mi manzana con papá/mamá” a la vez que le damos la fruta a la otra persona.
No regañes ni grites al niño cuando no quiera compartir
Es complicado asimilar la dinámica que pretendemos enseñarle y no podemos hacer que se convierta en un martirio. Además, estamos intentando inculcar valores positivos, y no podemos hacerlo contradiciéndonos con imposiciones.
Potencia el refuerzo positivo
Cada vez que el niño interactúe correctamente con otras personas tenemos que decirle lo bien que lo está haciendo. Así reforzaremos esta conducta y le animaremos a que siga haciéndolo.
Expón al niño a situaciones en las que haya que compartir
Normalmente estas situaciones se dan de manera espontánea, en el parque, en casa de los amigos, en el propio colegio… Pero para enseñar a compartir la práctica es fundamental, así que una pequeña reflexión sobre los contextos más propicios nunca está de más.
Habla con los niños y prepáralos con antelación a la situación en la que deben compartir
Por ejemplo, si van a venir amiguitos a casa, les explicaremos que vienen a jugar y tendremos que dejarles nuestros juguetes. Podemos concederles algún pequeño respiro, como esconder alguna de sus pertenencias más preciadas para que los niños se sientan más seguros.
No tengas prisa en actuar de árbitro cuando se den los conflictos
Muchas veces los niños se entienden mucho mejor sin la presencia de un adulto y son capaces de llegar a acuerdos de manera mucho más natural cuando no se da la intervención de terceros.
Y sobre todo, ten mucha paciencia. Enseñar a compartir no es fácil. Para los adultos, en ocasiones, resulta complicado ponerlo en práctica y para ellos, que tienen todavía un sentido de la posesión muy arraigado, tampoco resulta fácil en absoluto. Sé perseverante y dale las oportunidades necesarias para que consiga, poco a poco, comprender que compartir es una cualidad positiva y beneficiosa.