Escupir, pegar o morder son comportamientos inmaduros que aparecen en algunos niños de entre dos a cuatro años, y en ocasiones más mayores, como respuesta a una baja tolerancia a la frustración o debido a una sobreexcitación. Si tu hijo escupe, pega o muerde es muy importante que detectes estos comportamientos cuánto antes para que la situación no se descontrole. A continuación vamos a exponer algunas de las cosas que puedes probar para manejar este problema en casa.
Deja muy clara tu postura desde las primeras veces
Expresa claramente tu desaprobación desde las primeras veces que tu hijo escupe, pega o muerde.
- Debes dejar muy claro que ese comportamiento está mal y no se aprueba con frases como: «No se escupe» o «No se pega». Repítele estas frases a tu hijo captando su atención, mirándole a los ojos, con expresión seria y tono de voz severo, pero sin gritarle ni pegarle. A tu hijo le tiene que quedar claro que lo que hizo está mal y no lo puede repetir, pero combatir conductas agresivas con agresión o es una buena idea.
- También hay que dejar muy claro cuales son las consecuencias cuando tu hijo escupe, pega o muerde. Puede ser tiempo castigado en un rincón o la retirada de algún privilegio como ver la televisión o jugar a su videojuego favorito. Igual de importante es definir claramente las consecuencias de estos comportamientos como llevarlas acabo. No vale de nada castigarle sin ver la televisión por haber mordido a su hermano si finalmente le dejamos hacerlo y su mal comportamiento no tiene consecuencias.
Enséñale comportamientos alternativos
Cuando tu hijo escupe, pega o muerde lo suele hacer porque se siente frustrado por algo que está sucediendo en ese momento y no conoce otra manera de manejar aquello que está sintiendo. En el mismo momento en el que sucede el incidente, explícale a tu hijo que eso que está sintiendo se llama frustración y es una emoción entre la tristeza y el enfado y qué no está mal sentir esa emoción, todos lo hacemos, pero lo que está mal es escupir, pegar o morder. Explícale también cómo se sienten los demás cuando son escupidos, mordidos o pegados y pregúntale cómo se sentiría él si los demás hicieron lo mismo que él hace. Una vez que esté claro que sentir frustración no está mal pero canalizar esa frustración con agresividad si lo está y aclarado cómo se sienten los demás ante estas agresiones pasaremos a buscar comportamientos alternativos para sustituir a estas conductas negativas. Comportamientos alternativos pueden ser: «pedir ayuda a un adulto», «decirle a un compañero lo que me está molestando de la situación», «alejarme a un rincón de la habitación y contar hasta 10». Es mejor que los comportamientos alternativos los genere tu hijo con tu ayuda. De esta manera los interiorizará mejor y será más fácil que los ponga en práctica.
Mejor prevenir que curar
Identifica en qué momentos tu hijo tiende a canalizar su frustración de esta forma agresiva y trate de prevenirlas. Por ejemplo, si tu hijo escupe, pega o muerde más cuando está cansado, no le lleves al parque si no se ha echado la siesta o no le dejes jugando en el patio hasta última hora. Si a tu hijo le molesta mucho que le mojen con agua, no le lleves a la fiesta de la espuma del colegio o no le dejes participar en juegos con globos de agua, y si quieres que participe de estas actividades ayúdele a tolerar aquello que le molesta supervisando su juego, introduciéndole poco a poco en este tipo de situaciones y reforzándole por sus avances cuando no pierda el control.
Utiliza consecuencias negativas si tu hijo escupe, pega o muerde
Cuando las estrategias anteriores no parecen estar dando resultado podemos pasar a utilizar consecuencias negativas como por ejemplo:
- Si tu hijo tiende a presentar estas conductas cuando tiene que hacer la fila para tirarse por el tobogán, prohíbale tirarse por el tobogán hasta que trabajando poco a poco con él hasta que aprenda a controlarse y respetar turnos.
- Haz que su hijo remedie aquello que hizo mal de un modo que le impresione. Por ejemplo, si una niña escupe a su hermano tendrá que limpiar el escupitajo y lavarse la boca a conciencia con enjuague bucal o si un niño muerde a un compañero tendrá que limpiar la zona donde le ha mordido y curarle, pedirle perdón y regalarle un juguete propio para compensar el daño.
Refuérzale cuando sepa controlarse
Para que los comportamientos positivos se mantengan tenemos que reforzar al niño por sus avances y su mejora del autocontrol. Hay que decirles lo orgullos que se está de ellos por los esfuerzos que hacen, los intentos y los avances, lo buenos niños que son, y todo lo que se les quiere.
Busca ayuda profesional en el caso de que tu hijo muerda o pegue muy fuerte y con frecuencia
Cuando los esfuerzos de los padres en casa para controlar este tipo de comportamientos no han tenido éxito y es posible que el niño cause daño a los demás si continúa con estas conductas, la mejor idea es acudir a un profesional que trabaje directamente con el niño y con la familia. Siempre es mejor prevenir que curar, así que si ves que la situación no mejora después de probar diferentes estrategias en casa, no tengas miedo y recurre a la ayuda de un profesional.
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